domingo, 21 de febrero de 2010

Mis nietos en el fin de semana


Me gustaría saber plasmar bien lo que sentimos los abuelos cuando nos dicen nuestros hijos que nos van a dejar a los nietos un tiempo. Para nosotros es una alegría inmensa que nos crea una gran ilusión. Así es como nos hemos sentido este fin de semana.

Cada vez estoy más convencida que es mucho mayor el bien que recibimos cuando nos los dejan, que lo que nosotros hacemos. Sin duda han sido unos días " moviditos, " pero tan llenos de alegria y vida que puedo asegurar que no he sentido el cansancio que correspondería con arreglo a la edad que tengo.

Hemos disfrutado de los seis nietos a tope.Ellos sueñan con estar juntos. Cuando saben que lo van a poder hacer, se pasan todo el tiempo preguntando cuando van a poder reunirse.

Me gustaría que cuando fueran mayores pudiesen recordar los días pasados en casa de los abuelos, como algo entrañable y repleto de cariño. Así es como nosotros nos sentimos y espero que lo perciban. En este pasado fin de semana, hemos realizado todo tipo de actividades: juegos, dibujos, máquinas, deberes (de la tablas de multiplicar se ha encargado el abuelo), y también trabajos culinarios. Voy a aclarar en que ha consistido esta última actividad. Han elaborado ellos solos los rollos que ya nombré en otro comentario. Cuando afirmo que lo han hecho "solos" es literal. Nadie puede imaginar el gozo que para mi supone verlos a todos con sus delantares, las mangas bien subidas, sus manos limpísimas, y disfrutando como verdaderos "currantes". Además no se conforman con hacer una sola receta, sino que ya son especialistas en varias, unos con naranja, otros no, etc.

Se me olvidaba añadir que además hemos celebrado el Santo del abuelo y de uno de nuestros hijos, por lo tanto también los nietos han participado en la elaboración de las tartas para su celebración. Dos de chocolate, una con azucar y otra con sacarina, puesto que tenemos dos diabéticos en la familia. La verdad es que te das cuenta, como a veces nos sentimos mal por cosas sin importancia, como por ejemplo , que no nos salgan todos lo rollos iguales, y que más dá, sólamente de verles las caras de disfrute, ya merece la pena todo lo demás, la harina que haya que recoger, o las manos que se tengan que lavar, o que en vez de parecer rollos sean como pequeñas tortas. Lo que si puedo afirmar es todo está exquisito, porque el ingrediente más importante lo lleva más que de sobra, el cariño y amor conque están realizados.

Siempre les comento a sus padres que deberían grabarlo y tenerlo de recuerdo para cuando sean mayores. Pero también es cierto que estos " trabajos " los realizamos cuando estamos solos.

Cuando el domingo por la tarde nos quedamos solos los abuelos, rezamos el Rosario en acción de gracias, por haberlos podido disfrutar a tope, por haber tenido fuerzas para poder hacerlo y porque nos sentimos unos abuelos privilegiados por ser tan queridos por nuestros seis nietos. Es verdad que nos consideramos unos abuelos encantados de serlo.

domingo, 14 de febrero de 2010


Esta semana pasada, haciendo la compra, me encontré con un antiguo alumno, mejor dicho, con un alumno muy especial. Voy a tratar de relatar brevemente el por qué de mi afirmación.

Hace unos cuantos años, en el primer día de clase, había en el aula un chico que destacaba del resto. Estaba menos desarrollado que sus compañeros, llevaba unas gafas muy gruesas, y parecía como asustado. En cuanto a conocimientos también era distinto, puesto que en teoría con arreglo al curso que estaba matriculado, no llegaba ni a los minimos exigidos en esos momentos.

Todos somos conscientes, que en general los niños y para qué engañarnos, también los adutos en ocasiones podemos ser muy crueles. Y eso sucedió: se metían con él cuando contestaba alguna cosa que no correspondía a la pregunta, lo aislaban, nadie le hacía hueco en sus tertulias o juegos etc.

De inmediato, yo diría que desde el primer día, cuando estas atento a lo que ocurre en el aula, tienes claro que existen actitudes inadmisibles, y para mí esta era una. Jamás consentia que en mi presencia lo humillasen, y como ahora se llama lo maltratasen psicológicamente. El venía de una pedanía muy pequeña y apartada de la ciudad, y a lo único que toda su vida se había dedicado era a acompañar a su padre en su trabajo de pastor.
Al principio era un chaval sin ninguna malicia, pero al poco tiempo se mostró como un " pícaro ". Tanto una compañera como yo, tratabamos de ayudarle al máximo de nuestras posibilidades, tanto a nivel académico, como a nivel personal. Si le hubiesen realizado un test de inteligencia, seguramente le habría dado bastante mas bajo que la media normal. Era consciente de sus limitaciones, y lo que pretendía inculcarle al máximo, es que una de las cosas más importantes en esta vida, no es sólo la inteligencia, que lo es, sino la constancia, tener claro que se puede llegar a la meta que nos proponemos, seguramente con mucho mayor esfuerzo, trabajo, sacrificio, pero que al final se puede conseguir y la satisfación que puedes llegar a sentir es mucho mayor que todo lo que puedas haber dejado en el camino por conseguirlo.

Bien, aqui voy a concluir este pequeño testimonio, aunque podría relatar muchos más, puesto que han sido treinta y tres años en la enseñanza. Tengo que confesar que el otro día en la compra, cuando me encontré con mi querido alumno senti una alegria inmensa, me dijo textualmente: "llevaba razón, al final lo he conseguido, tengo mi oposición, estoy trabajando en la Arrixaca de celador, y muy contento". Sólamente le respondí: "Sabes lo que muchas veces hemos comentado, que todos los dedos de la mano sirven para algo, pero no todos para todo y sin embargo todos son imprescindibles".

domingo, 7 de febrero de 2010

Cumpleaños


Mañana es el cumpleaños del abuelo, nada menos y nada más que setenta y cuatro años. Nos reunimos todos ayer porque era más fácil poder hacerlo. Fue un día más de gozo, también de lío, pero de un lío tan entrañable, que ni nos cansa, ni nos molesta. Diría más, nos gustaría poder parar el reloj para poder disfrutarlo durante más tiempo. Pasó muy rápido.

Cuando pienso en la edad que tenemos los dos, me sorprende, porque la realidad es que absurdamente no nos vemos tan mayores como en verdad somos. Quizás sea, porque cuando físicamente no estas muy mal y ,sobre todo, la mente sigue el ritmo de hace años, no te das cuenta de tu verdadera edad.

Era yo jovencilla y había en mi pueblo tres hermanas solteras a las que yo veía muy mayores, y me parecía extraño que vistiesen de un modo "raro", con colores muy llamativos y fluorescentes. Estoy refiriéndome a los años cincuenta, Estaba acostumbrada a ver a mi madre siempre de negro y a mis hermanas mayores también. Ellas eran las únicas que destacaban del resto. Muchas veces pensaba, ¿cómo no se darán cuenta de la edad que tienen?. Han tenido que pasar los años para que me haya servido también ésta situación, tan simple, para descubrir que no era quien, ni por supuesto lo soy ahora, para hacer juicios de nada. Seguramente yo, con menos edad que ellas tenían entonces, me visto, bastante más "rara" que ellas y ni me doy cuenta. Tampoco me preocupa. Es muy fácil recetar a los demás " medicinas," que nosotros no somos capaces de tomar. La incoherencia es algo que al ser humano, en general, le persigue diariamente. En la Biblia, que para mi es el libro mas actual que nadie pueda escribir, está aquella frase de Jesús referida a los fariseos que dice: "Hacer lo que ellos dicen , pero no lo que hagan".

Me doy cuenta que he iniciado este comentario hablando del cumpleaños y he terminado con otro tema , pero es exactamente lo que me ha venido a la mente. Quizás, porque a los mayores, nos gusta demasiado dar consejos y puede suceder que no los llevemos a realizar en nuestra propia vida.