domingo, 23 de septiembre de 2012

El beso de una cajera

La otra mañana fui a comprar a un supermercado con Juan, Ana y Marta. A los dos primeros les apetecía venirse y a Marta le encantan los paseos. Por cierto, los tres se han portado fenomenal y de verdad que me han servido de ayuda. Cuando nos veníamos después de hacer la compra, al pasar por caja, la chica que me ha atendido, que la conozco solamente del trato absolutamente normal entre cliente y empleada, me sonríe y me dice: "te voy a dar un beso, si no lo hago me habría quedado con la gana". Por supuesto que nos lo hemos dado, y a continuación le he expresado lo que mi corazón en ese momento me ha dictado: "que verdaderamente me siento una privilegiada, y que gracias por su expresión de cariño".

Meditando un poco con esta pequeña anécdota, tengo que decir que lo que le he dicho es la pura verdad. Os aseguro que no sé nada de esta chica, y recibir sin ningún motivo una muestra de cariño tan espontánea te sorprende y sientes agradecimiento sincero. En cualquier edad es muy importante el recibir muestras de afecto, pero supongo que esa importancia se agudiza cuando se llega a la de vuestros abuelos. Por eso me repito y lo seguiré haciendo mientras viva: los abuelos somos más que privilegiados por sentirnos tan queridos, principalmente por todos vosotros y por vuestros padres, pero también por otras personas que sencillamente por tratarlas con normalidad te lo demuestran con sus gestos.

Como hago a menudo he querido compartir esta pequeña vivencia, porque estoy segura que solo por mostrarnos con naturalidad con las personas que a diario compartimos pequeños momentos, sin hacer ninguna proeza, conseguimos que mutuamente nos sintamos bien. Este mundo es demasiado agresivo y nosotros, mejor dicho vosotros, con vuestros comportamientos adecuados, estoy segura que podéis poner vuestro granito de arena para que ese mundo mejore un poco. Os queremos tanto que por mucho empeño que pongamos nunca podremos expresaros ni remotamente todo el caudal de amor que brota continuamente de nuestros corazones.

domingo, 9 de septiembre de 2012

El campamento de los abuelos

Os escribo pasadas apenas unas dos horas de la partida de mis dos nietos mayores con sus padres, porque después de un mes de Agosto en donde hemos podido disfrutar de todos vosotros en la playa, hemos tenido la fortuna de poder seguir haciéndolo en nuestra casa durante estos ochos primeros días de Septiembre.
Vuestra madre, Ignacio y Álvaro, al recogeros ha expresado una frase muy oportuna: "abuelos,, hoy es cierre del campamento".
Durante toda la semana no os habéis separado ninguno de los primos, solamente el tiempo de dormir. Os hemos visto disfrutar, sin peleas, y aunque parezca imposible (ya sois siete porque Marta también ha participado) no hemos tenido que hacer ningún esfuerzo, nos hemos organizado muy bien y como sabéis nos ha dado tiempo de hacer actividades como si realmente de un campamento se tratara. Eso si, la actividad que nunca falta y que a todos os encanta es ver dibujos o jugar con vuestras máquinas en la cama de los abuelos. Una vez más hemos de dar gracias a Dios y a vuestros padres por permitirnos gozar de todos vosotros.