domingo, 20 de octubre de 2013

Tortada


El fin de semana pasado sabéis que celebramos tres Santos juntos: el de la tía Eva, que lo teníamos pendiente desde septiembre, el de la abuela y el de la tía Tere, que fue el martes anterior. Vuestra abuela comenzó a recordar cuando ella era pequeña y que es lo que hacía mi madre para celebrar los grandes acontecimientos; rápidamente se le encendió la luz, una tortada. Como ya me conocéis, no os descubro nada si os digo que soy bastante atrevida, me puse en acción, saqué mi vieja libreta, y me ilusioné con la idea de que viéseis y probaseis las tortadas que se hacían en casa de vuestra bisabuela Juana.
Lo primero que hice fue rezarle a ella y a la tita Chon, ya que fue ella la que cogió el testigo de muchas de las actividades de mi madre, también el de la cocina. Ya os lo he comentado muchas veces que los sentimientos son muy difíciles de expresar, por lo menos para mi, pero todo el tiempo de su elaboración las tuve tan presentes, que como tengo la lágrima un poquito floja se me llenaban los ojos de ese liquido que en ocasiones te emana plácidamente sin poderlo impedir.
Para ellas el trabajo era infinitamente mayor, puesto que no existían batidoras eléctricas y todo era a base de trabajo manual. En esos recuerdos que me venían a la mente, jamás las vi quejarse, a pesar del gran esfuerzo que tenían que llevar a cabo. En aquella época, todas las celebraciones familiares se preparaban en la casa. Os pongo un ejemplo: cuando vuestros abuelos se casaron, que el mismo día lo hizo el Tito Juan e hizo la Quiqui su primera comunión,  la cena de celebración al completo se elaboro en la casa de vuestra bisabuela para todos los invitados, que os aseguro eran numerosos. Ella no pudo participar en el trabajo, porque estaba enferma, pero si ayudaba en ir dando el visto bueno a todo.
Un día que estéis todos, como sois unos estupendos reposteros, la vamos a repetir para que aprendáis a realizarla, y así cuando pase el tiempo, en alguna ocasión que os apetezca, podáis recordar la tortada de vuestra bisabuela Juana y por qué no, pasarle el testigo a las siguientes generaciones.