viernes, 27 de noviembre de 2015

Recuerdos de la abuela del cole


Hace unos días una amiga de toda la vida vino a estar un rato con los abuelos y me  dio la foto que preside esta entrada. Estuvimos un buen rato charlando y recordando aquellos años de nuestra infancia. Fue curioso, porque ambas tuvimos la sensación de que no habían pasado tantos años desde que se realizó la foto. No asustaros, ya sabéis la edad de vuestra abuela, por lo tanto han transcurrido como mínimo sesenta y siete años. También nos dimos cuenta que a pesar de que nuestras vidas han transcurrido por caminos muy diferentes, ella ha vivido en Granada y no hemos tenido ocasión de vernos con frecuencia, esa amistad de niñas estaba guardada en nuestro corazón y seguía estando viva.
Me parece hermoso que puedan permanecer esos sentimientos de cariño y que solamente guardes los buenos recuerdos.
Esta amiga se llama también Pilar. En la foto es la que aparece la segunda por la derecha. Ha tenido tres hijos, igual que yo, pero con una diferencia notable. El mayor es un poco deficiente y cuando me habló de él, me comentó textualmente: "mira, el Señor escribe derecho con renglones torcido, ¿sabes quien me cuida, me mima, me ayuda y está  en todo momento pendiente de mi?; mi José". Me contó un montón de anécdotas y lógicamente las dos nos emocionamos con su relato. Me comentaba que se había convertido en su ángel de la guarda.
También recordamos las monjas que nos habían iniciado en esos primeros años de nuestra niñez, las tareas que hacíamos, nuestros juegos, que para nosotras eran suficientes para pasarlo estupendamente;  saltar a la comba, con una o dos cuerdas, la rayuela, el escondite con un bote como protagonista. Os lo voy a explicar: la que se quedaba contando hasta cuarenta se colocaba al lado de un bote pequeño (como los de tomate de medio kilo), y cuando descubría el escondite de alguna, decíamos gritando: una, dos, tres y bote Pilar está escondida en tal sitio, y si la que se quedaba se despistaba un poco, entonces una de las compañeras repetía esas palabras pero añadiendo: por mi y por mis compañeras. Es semejante a lo que a vosotros os he visto jugar, pero sin bote.
Cada día yo hacía el mismo recorrido para ir al cole, me subía por la cuesta de la Simona, recogía a mi amiga María, juntas nos íbamos a la calle Canalejas, y allí se agregaban nuestra amiga Antonia y Pilar, la de la foto, y ya las cuatro nos dirigíamos a clase. Esto fue hasta los diez años que ya comencé a estudiar el bachiller.
Para vosotros quizás esta entrada no os diga mucho, pero a mí me ha servido para recordar momentos vividos que en mi memoria permanecen con satisfacción.

domingo, 1 de noviembre de 2015

La Muchacha y el pan


Hace un tiempo mi sobrino Juan Ignacio me dio una agradable sorpresa que me llenó de alegría; me trajo un CD con las imágenes en vídeo de la Muchacha haciendo dos panes. La calidad de la película no es buena porque está tomada con un "tomavistas" antiguo y pasada a soporte digital sin la perfección necesaria. Los abuelos nos pusimos a ver la película y nos hemos emocionado al recordar este pasaje que desconocíamos se había rodado con anterioridad. El rostro de la Muchacha casi no se ve, y menos la de mi hermana Maravillas. Mi sobrino me comentó que lo primero que ambas le dijeron fue que grabara como se elaboraba la masa de pan, pero sin que salieran sus caras en el encuadre de la cámara. Ya se le aprecian las manos retorcidas por la artrosis, pero en el ánimo de las dos estaba el que aprendiera Juan Ignacio a hacer pan. Siempre pensando en los demás y sin acordarse de sus limitaciones. Me parecen un muy buen ejemplo a seguir. 
Estas imágenes me han traído inevitablemente recuerdos de mi niñez. Cuando tenía vuestra edad, en casa de la abuela se amasaba el pan cada semana. Pero no dos panes, como aparecen en esta grabación, sino bastantes más. Se amasaba en un recipiente de madera un poco alargado y con una especie de base plana en ambos lados: "la artesa". Había en la casa de la Carretera, que ya conocéis de una entrada anterior, una habitación en la parte baja que se la denominaba con el nombre de amasador. En ella la tita Chon o la Muchacha amasaban siempre los panes. Estos se iban colocando sobre un tablero largo de madera que luego se cubría completamente con una "tendía". Esta palabra jamas la habíais oído; es una tela confeccionada con lana formada por bandas lineales de colores fuertes. Pues bien, sobre "la tabla del pan" se colocaban los panes, y como mínimo cabían unos doce. Con el mismo género se hacían separaciones para que no se tocaran los panes y se volvía a tapar con la "tendía". 
En aquella época no existían los hornos como los que ahora conocéis, en ocasiones se cocían en un horno de leña que había en una zona que le llamábamos "el patio", todo ello en la casa de la Carretera. Otras veces venía un panadero y encima de su cabeza se ponía un rulo de almohadilla y a continuación la tabla del pan sobre su cabeza. El horno al que se llevaba el pan era el de "la Pepita", que por cierto se encontraba en el otro lado del pueblo. Os cuento esto para que valoréis el gran esfuerzo que suponía hacer pan. Para cocer dichos panes en el horno había una gran pala, entonces con una habilidad extraordinaria se iba levantando uno a uno la "tendía" y se abocaba en la pala los panes, y de ahí al horno.
Esos hornos ni os podéis imaginad el trabajo que suponía el ponerlos a punto de temperatura; a ese proceso se denominaba "caldear" el horno.  Había que ser verdaderos expertos. La Muchacha también era una especialista en manejar el horno. Primero se encendía con leña y cuando esta se había hecho ascuas, con un palo largo que en su inicio llevaba unos trapos mojados, se "barría" el suelo del horno, es decir, se llevaban esas ascuas a los lados para entonces en ese centro ya barrido y caliente colocar los panes crudos para su cocción. No estoy muy segura de que os lo haya sabido explicar bien, pero es que es difícil de imaginar.
Si os fijáis en las imágenes que acompaña esta entrada, veréis que una vez formado el pan, y antes de introducirlo en el horno, se acostumbraba a marcar las orillas haciéndole cuatro cortes no muy profundos, y como una especie de rito se hacía un pinchazo en el centro.    

domingo, 2 de agosto de 2015

BODAS DE ORO


El pasado 24 de Junio se cumplieron 50 años de la boda de vuestros abuelos. Ese mismo día también se casaron el tito Juan y la tita Carmen, y nuestra sobrina Quiqui hizo su primera comunión. Como os podéis imaginar fue un gran acontecimiento para la familia. Tres celebraciones concentradas en una solo ceremonia.
Los abuelos teníamos la ilusión de podernos reunir con todos vosotros en la fecha exacta del aniversario, pero al no ser festivo ese día fue imposible y lo pospusimos para cuando a todos nos viniese mejor. De todas formas, los abuelos si que tuvimos la suerte de poder compartir con los padres carmelitas la comida de esa jornada, nos cantaron, en una tarta pusieron las velas correspondientes y la verdad es que pasamos un rato muy entrañable y agradable, pleno de cariño. Yo no pude evitar el acordarme del tito Pepe, que como sabéis era carmelita, y me parecía sentirlo a mi lado. Nos regalaron un plato de cerámica realizado por las carmelitas de Valencia con el siguiente grabado: "Bodas de Oro. Los unió el amor. Pilar y Eladio".
El 12 de Julio fue la fecha elegida para celebrarlo con todos. El acto principal fue la Eucaristía a la una de la mañana en la capilla de Santa Teresa. Me gustaría poder grabar a fuego en vuestros corazones esa indescriptible Misa. El P. Pascual lo preparó todo con tanto cariño. A todos os hizo participar en algo, excepto Marta y Javier por su edad; las ofrendas, las peticiones, el colocaros a su lado en el momento mas importante como es la consagración, el explicaros con la mayor de la naturalidad ese gran misterio. Fue una misa tan bonita y tan cercana que a todos se nos hizo corta. Se respiraba paz, y eso que nuestro pequeñajo Javier puso la música de fondo, porque recordad que lo pasó en grande con sus gritos y paseos, y a todos nos hizo reír.
Cuando sucedió la renovación de nuestro matrimonio, no sé si os disteis cuenta, pero la verdad es que me emocioné bastante, me tembló un poquito la voz, y tanto el abuelo como yo volvimos a decir  "si, hasta que la muerte nos separe, con toda nuestra alma".
Reporteros gráficos no faltaron, vuestros padres se encargaron de ello y con gran generosidad. Me alegro de que así fuera para que cuando pase el tiempo podáis recordar esos momentos tan hermosos y especiales. A la salida no faltó el arroz, y por supuesto el "viva los novios".
Los novios, es decir, el tito  Juan y el abuelo estaban radiantes y superguapos. Las novias, a pesar de que la tita Carmen iba en silla de ruedas, guapísima, y la abuela como siempre, recién salida de la ducha, con la "salud de bote", rápida, pero estupenda y también muy guapa. Llena hasta los topes de felicidad e ilusión, y sobre todo de agradecimiento a Dios por el abuelo, por vuestros padres y por todos vosotros.
También tuvimos la suerte de que pudiese venir la prima Quiqui con su marido y sus dos hijos, y por supuesto también guapísima y emocionada. Ella es de lágrima floja como la abuela.
Con la colaboración de todos, lo siguiente fue la comida. Todo muy rico, pero ¿sabéis por qué?, porque a nada le faltó el principal de los ingredientes, el amor. Nunca olvidarlo, cuando en las pequeñas y grandes cosas ponemos amor, el resultado siempre es fantástico y exquisito.
¿Os hemos dicho alguna vez que os queremos con locura?; si, ya sé que muchísimas veces, pero una vez más os lo repetimos. Más amor no puede caber en nuestros viejos corazones, pero pletóricos  de juventud a la hora de que brote cariño por cada uno de nuestros poros. 

miércoles, 15 de julio de 2015

Primera comunión de Paula


El pasado 21 de Junio tuvimos la gran suerte de poder vivir una primera comunión más de nuestros nietos, y ya van cinco. Desde ese mismo día, me apeteció enormemente ponerme a escribir la experiencia vivida, aunque  soy bien consciente de mis limitaciones para expresar mis sentimientos.
Ese día los abuelos madrugamos bastante, estábamos un poco nerviosos, y nos parecía que iba a faltarnos tiempo. Así que, aunque la Eucaristía era a las doce y media de la mañana, nosotros a las once en punto ya estábamos engalanados para la ocasión.
Los días previos fueron un poco "chungos", como soléis decir ahora. Sabes, Paula, que estuviste malica durante casi toda la semana, y estábamos preocupados. Gracias a Dios, todo se solucionó; incluso la pequeña indisposición de tu abuelo Paco el día anterior.
Cuando te vimos vestida con tu traje de comunión se nos saltaron las lágrimas de emoción. Parecías y eras un ángel, al que solo le faltaban las alas. Recuerdo que así te lo dije.
Los reporteros gráficos fueron tu tío Nico, que  te hizo un montón de fotos, y el tío Pepe, que se encargó de grabar un estupendo video.  Cuando a lo largo de tu vida los veas, no olvides los sentimientos vividos y que ese día fue el inicio de una gran amistad con Jesús, el gran amigo que nunca te va a fallar, y que cuando más te acercas a Él y lo vas conociendo, notaras con más fuerza su presencia en todos los acontecimientos de tu vida. Ya sabes que la abuela nunca miente.
Siguiendo con el relato, llegamos a la Iglesia y una amiga mía, que siempre ayuda al Sacerdote a dar la comunión,  me propuso que ese día tan especial para mí lo hiciese yo. Así que tuve la gran suerte de poder subir al presbiterio, es decir, al lado de donde tú estabas. Por lo tanto, cuando recibiste la primera comunión te pude ver sin ningún obstáculo. Las lágrimas de emoción empezaron a brotar y a continuación es indescriptible lo que sentí cuando tuve la oportunidad de ver a tus padres acercarse a que tu abuela, sin ningún mérito, pudiera darles la comunión. No se lo digas a nadie, pero las piernas me temblaban y alguna lagrimilla volvió a salir de mis ojos. Cuantas gracias le di a Dios por vivir esa experiencia. Todavía me emociono al recordarlo.
Al final de la misa, todo el grupo de niños cantasteis una canción preciosa, pero además con coreografía incluida. Tu catequista estaba rebosante de gozo y también muy emocionada, igual que el resto de la familia.
A continuación nos fuimos a comer para celebrarlo. Pasamos un rato muy agradable. Tu estabas nerviosa, no acertabas ni a destapar los regalos por lo rápido que intentabas hacerlo. Fue una tarde llena de ilusiones, de juegos, de compartir con tus primos y amigos una jornada muy especial, que  continuó hasta muy tarde.
Una vez más, no me canso de repetirlo, damos, desde lo más profundo de nuestro ser, las gracias a Dios por todo lo que nos está permitiendo vivir en los pequeños y grandes acontecimientos compartidos junto a todos vosotros. Paula, guapa, te queremos con locura. ¡¡Ah!!, se me olvidaba, tu abuela Lola y tu abuelo Paco iban superguapos, y también rebosantes de emoción.

domingo, 1 de febrero de 2015

Fiesta de San Antón

Con motivo del día de San Antón que fue el diecisiete de enero, mi hijo Pepe me sugirió que debía hacer una entrada sobre esta fiesta, explicando como se vivía esa festividad cuando los abuelos éramos niños, puesto que en nada se parece a la actualidad.
A San Antón siempre se le ha considerado en esta zona el patrón de  los alpargateros, aunque con seguridad no hayáis oído hablar de esta profesión puesto que ahora se denominan empresarios del calzado. En la época en que yo os voy a relatar lo que ocurría era habitual que la mayor parte de las personas utilizasen alpargatas, es decir, calzado elaborado con soga de cáñamo realizada a partir del trenzado del filamento del cáñamo (otro día os hablaré de como conseguir este filamento); la suela y la lona de la alpargata se cosían componiendo la parte superior de la alpargata. Era una verdadera obra de arte el proceso artesano que se utilizaba para fabricar este calzado. Pero como eso es otra historia, ahora me voy a centrar en relataros la celebración de esta fiesta. La víspera, es decir, el dieciséis de enero, se unían todos los del gremio de alpargateros para hacer una gran hoguera. Junto a ella y los alrededores se iniciaba la tirada de carretillas, que no son otra cosa que los cohetes sin la caña que los dirige, por eso su trayectoria, mientras arde la mecha y hasta su explosión, es loca e imprevisible; ni os podéis imaginar la cantidad que se tiraban. Era milagroso que no hubiesen heridos graves, aunque siempre se saldaba el encuentro con algunas quemaduras.
A mi padre le encantaban, disfrutaba con locura tirando las carretillas, hasta el punto de que en el portal de la casa donde vivíamos, en un espacio reducido de poco más de seis metros cuadrados entre la puerta de madera de la calle y una cancela de madera y cristal para entrar en casa, cerraba ambas puertas y con parte de su familia en ese espacio, encendía carretillas una tras otra; por cierto lo mejor era no moverse para que la carretilla no se fueran detrás de ti debido al aire que desplazabas al moverte.
En una ocasión, en la placeta de la puerta de la casa de la carretera de la que ya os hablé en otra entrada, estando una prima hermana mía con su novio en la mencionada placeta y el abuelo Eladio que llegó en ese momento y que también disfrutaba con las carretillas, se le ocurrió tirar una, con tan mala fortuna que se le enredó en un abrigo de pieles que llevaba mi prima y se le quedó fija. El abuelo lógicamente se asustó y consiguió que no le explotase en el costado. Mi prima, que también le gustaban y no les temía nada, no se movió ni un milímetro. El susto fue grande para todos los que lo vimos, de tal manera que el abuelo ya no quiso tirar nunca más carretillas.
El día de San Antón se hacía una procesión con el Santo, y cerrando dicha comitiva, entre otros, el presidente de gremio de alpargateros. El recorrido era por todo el barrio del convento de los carmelitas, que es donde se encuentra la imagen del Santo. Un año, a vuestro bisabuelo Paco y a un amigo suyo no se les ocurrió otra cosa que tirar ambos un paquete de carretillas dirigidos a uno que iba al lado del Santo, y que les temía mucho. Imaginad la escena, todo el mundo corriendo y dejando al pobre Santo sólo.
Toda esta forma de celebrar esta fiesta con el tiempo fue desapareciendo. En los años 80 mi hermano Pepe siendo conventual en el convento de aquí, trató de reavivar la fiesta. Se volvió a hacer la hoguera y a tirar carretillas. Recuerdo que me trajo sus pantalones para que se los lavase pensando que estaban llenos de manchas. Cuando los vi me quedé asombrada, porque lo que estaban eran quemados por todos lados.
En la actualidad, aunque en algunas pedanías todavía se conserva esa costumbre, todas estas tradiciones han desaparecido, solamente persiste la bendición de los animales de todo tipo y el reparto de tortas de San Antón. Eso si que sabéis lo que son porque cada año la abuela os las recoge, e igual  que me hacía mi madre por cada trocito que  nos comemos rezamos un Padre Nuestro.
La vida de este gran Santo es digna de leer, cuando seáis mayores tened la curiosidad de hacerlo, fue una persona admirable.

lunes, 26 de enero de 2015

La casa Nueva

En estos momentos me apetece compartir una serie de sentimientos que he revivido recientemente y que quiero conozcáis. Hace unos días he ido con el tito Juan al campo, concretamente teníamos que ir a una pedanía llamada "Los Royos". Cuando os hablé de vuestro tatarabuelo Felipe, ya os conté historias vividas en ese lugar. Todo el recorrido hasta llegar a nuestro destino ha estado plagado de recuerdos entrañables de nuestra niñez y la adolescencia. Poco a poco me he ido poniendo sensible al recordar la de veces que en esa etapa de mi vida había realizado ese viaje, y al contemplar casas totalmente en ruinas que yo tenía en mente en su máximo esplendor, mi emoción se ha desbordado, y cuando de camino hemos pasado por la casa de mis padres, "la casa nueva" se llamaba, y he entrado en ella, me he conmovido de verdad.
La casa nueva era el lugar donde pasábamos los veranos, desde junio hasta septiembre, durante todo el tiempo que duraba la recolección del trigo, cebada o centeno. Vuestro padre, Ignacio y Álvaro, de pequeño también ha pasado allí algunas temporadas en verano y lo recuerda perfectamente. Esa casa y los terrenos donde se situaba se vendieron hace ya algunos años. Por eso hacía mucho tiempo que no habíamos estado por este lugar. Hemos hecho una pequeña parada en la casa y no os podéis ni imaginar de que manera me han ido fluyendo los recuerdos de todos los días tan entrañables vividos en ese paraje. Me parecía ver a mi madre sentada en una mecedora, o yo en la era montada en el trillo cuando conseguía convencer a quien lo llevaba para que me diera alguna vuelta, o ver como se hacía la siega, o.... en fin, miles de recuerdos entrañables y hermosos. He visto el aljibe (especie de pozo donde se recogían las aguas pluviales), adonde íbamos a recoger el agua que necesitábamos para cocinar, lavarnos y beber, que en la actualidad está derruido; me parecía ver a la Muchacha con su cántaro yendo hacia allí, y tantos otros sentimientos imposible para mí de describir, aunque si de sentirlos desde lo más profundo de mi ser.
Alguna vez os he relatado que dando un paseo con mi madre por el monte cercano a la casa vi por primera y única vez un lagarto. Ya os podéis imaginar el gran susto que nos llevamos, pero  la verdad es que mi madre trató de tranquilizarme y lo consiguió muy bien, era una persona que transmitía serenidad, muy valiente y que también tenía mucha paz.
Seguiría recordando momentos vividos, pero solamente he pretendido daros unas pinceladas de una época de mi vida que fue muy entrañable. 

domingo, 18 de enero de 2015

Vuestro bisabuelo Paco

Creo recordar que hace tiempo en las primeras entradas de este blog os hable un poco de vuestros bisabuelos, incluso de los tatarabuelos. En esta ocasión, os voy a contar cual era el trabajo de mi padre, porque me parece interesante y a la vez curioso.
Además de ser agricultor, una de sus actividades más importantes que hacía era la destilación de esencias. Os voy a tratar de explicar por pasos como se hacían las esencias.
Mi padre destilaba principalmente espliego, romero y tomillo. La destilación consiste en separar por medio de vapor de agua los aceites esenciales que contienen las plantas. Son sustancias químicas con mucho aroma que sintetizan las plantas y tienen muchos usos en perfumes, alimentos, cosmética,...
En aquella época, los equipos que se utilizaban eran muy rudimentarios y debido a los lugares en que se encontraban esas plantas, tenían que ser trasladados a las distintas zonas donde estas crecían. Los equipos que se utilizaban eran una caldera cilíndrica de chapa de hierro, las más corrientes tenían unas dimensiones aproximadas de 1,50 metros de diámetro por 2 metros de alto. Tenían  una capacidad para admitir hasta unos 500 kg de ramas de vegetales, es decir, de espliego, romero, o tomillo. A la caldera, a unos 20 o 25 cm del fondo, se le colocaba una rejilla, y entre el fondo y dicha rejilla se alojaba el agua necesaria para producir el vapor correspondiente de cada destilación. Sobre la rejilla se colocan las ramas de las plantas, procurando que no tocaran el agua. Era necesario que no hubiese ningún hueco durante la carga, y para eso se subía un hombre en el interior de la caldera y la prensaba al máximo. A continuación, se cerraba herméticamente con una tapa y con una masa hecha de arcilla se colocaba en la junta para evitar cualquier escape de vapor.
En la parte superior de la caldera existe un orificio por donde se colocaba un tubo que conducirá los vapores de la esencia al serpentín refrigerante, que debe estar introducido en una acequia o riachuelo en donde el agua fría condensa los vapores que llegan desde la caldera. La caldera lógicamente está colocada en un fuego directo. Utilizaban como combustible las matas o restos vegetales una vez secos, procedentes de destilaciones anteriores. El tiempo que duraba una operación completa, por este sistema, era de unas tres horas, empleando hora y media en la destilación propiamente dicha y otro tanto en  la carga  y descarga manual de la caldera.
Mientras se cargaba la caldera  se avivaba el fuego para que al término de esta operación le faltara poco tiempo al agua para hervir.
Los vapores al ascender, atraviesan lógicamente toda la masa vegetal, arrastrando el aceite esencial que contiene. Esta mezcla de vapores se condensa al pasar por el serpentin, siendo vertida en un recipiente con embudo.
La mayoría de vosotros sois muy pequeños para entender lo que os he tratado de explicar, pero algún día si tenéis curiosidad podréis profundizar mucho más y mejor a lo que se dedicaba vuestro bisabuelo Paco. Se pasaba temporadas largas en Guadalajara, concretamente en los  pueblos de Cifuentes y Sigüenza, donde se cultivaban las plantas; pero no iba en época de vacaciones, si no en el tiempo de la recolección. También en nuestra zona trabajó muy duro para sacar adelante a todos nosotros, que como sabéis, éramos una familia bien numerosa.
Quizás os haya aburrido con este relato, pero me apetece que sepáis quienes eran vuestros antepasados para que valoréis el gran mérito que tenía su vida.
Aunque no viene a cuento, ¿os he dicho alguna vez que os queremos con locura?; pues una vez más os lo digo porque me gusta repetirlo.

domingo, 11 de enero de 2015

Reyes Magos 2015

  
Lo primero que me sale del corazón es ¡GRACIAS SEÑOR¡. Si, cariños míos, porque un año más hemos podido vivir un día verdaderamente mágico todos juntos y porque vuestros abuelos con los "jóvenes" que somos pudimos gozar al máximo con la misma ilusión que todos vosotros; son momentos que nos gustaría plasmaseis para siempre en vuestra memoria y sobre todo en vuestros corazones.
Las ilusiones, como todo en la vida, hay que alimentarlas y mimarlas con mucha dosis de amor. Estoy convencida de que es la mejor forma de que siempre permanezcan. También soy consciente de que los pajes se tienen que volver locos los días previos, somos muchos, pero también estamos seguros que una vez que ven los buenos resultados del trabajo terminado descansarán con mucha paz, y esa noche se irán a dormir cansados, pero con un brillo especial en sus ojos.
¡Qué gran aplauso le dimos a los Reyes¡, pero es que se lo merecían de verdad. Cada vez me sorprendo más de lo inteligentes que son. Hasta el pequeñajo de Javier aplaudía con todas sus ganas sin saber en realidad el por qué. Pero de lo que si era consciente es de que se trataba de una celebración divertida.
Después, en la comida, recordar que celebramos nada menos que tres cumpleaños: Paula, la tía Eva y para Javier su primer año. La tarta algo atípica pero buenísima, y en el roscón de reyes las tres velas con los años de los cumpleañeros. En fin, un día inolvidable.
En realidad todas las Navidades lo han sido. Nuestro Álvaro ha pasado una parte de ellas entre nosotros, y la verdad es que al presenciar como os lo  habéis pasado todos juntos a los abuelos nos habéis proporcionado la mejor de las medicinas; ha servido para olvidarnos de todo y disfrutar de veros felices y unidos. Crecéis muy deprisa, ya veis como Ignacio está tan alto que tiene que agacharse para que podamos darle un beso. Siempre me emociono cuando os hago alguna entrada y es porque por todos los poros de mi cuerpo brotan gotas de amor.