miércoles, 15 de julio de 2015

Primera comunión de Paula


El pasado 21 de Junio tuvimos la gran suerte de poder vivir una primera comunión más de nuestros nietos, y ya van cinco. Desde ese mismo día, me apeteció enormemente ponerme a escribir la experiencia vivida, aunque  soy bien consciente de mis limitaciones para expresar mis sentimientos.
Ese día los abuelos madrugamos bastante, estábamos un poco nerviosos, y nos parecía que iba a faltarnos tiempo. Así que, aunque la Eucaristía era a las doce y media de la mañana, nosotros a las once en punto ya estábamos engalanados para la ocasión.
Los días previos fueron un poco "chungos", como soléis decir ahora. Sabes, Paula, que estuviste malica durante casi toda la semana, y estábamos preocupados. Gracias a Dios, todo se solucionó; incluso la pequeña indisposición de tu abuelo Paco el día anterior.
Cuando te vimos vestida con tu traje de comunión se nos saltaron las lágrimas de emoción. Parecías y eras un ángel, al que solo le faltaban las alas. Recuerdo que así te lo dije.
Los reporteros gráficos fueron tu tío Nico, que  te hizo un montón de fotos, y el tío Pepe, que se encargó de grabar un estupendo video.  Cuando a lo largo de tu vida los veas, no olvides los sentimientos vividos y que ese día fue el inicio de una gran amistad con Jesús, el gran amigo que nunca te va a fallar, y que cuando más te acercas a Él y lo vas conociendo, notaras con más fuerza su presencia en todos los acontecimientos de tu vida. Ya sabes que la abuela nunca miente.
Siguiendo con el relato, llegamos a la Iglesia y una amiga mía, que siempre ayuda al Sacerdote a dar la comunión,  me propuso que ese día tan especial para mí lo hiciese yo. Así que tuve la gran suerte de poder subir al presbiterio, es decir, al lado de donde tú estabas. Por lo tanto, cuando recibiste la primera comunión te pude ver sin ningún obstáculo. Las lágrimas de emoción empezaron a brotar y a continuación es indescriptible lo que sentí cuando tuve la oportunidad de ver a tus padres acercarse a que tu abuela, sin ningún mérito, pudiera darles la comunión. No se lo digas a nadie, pero las piernas me temblaban y alguna lagrimilla volvió a salir de mis ojos. Cuantas gracias le di a Dios por vivir esa experiencia. Todavía me emociono al recordarlo.
Al final de la misa, todo el grupo de niños cantasteis una canción preciosa, pero además con coreografía incluida. Tu catequista estaba rebosante de gozo y también muy emocionada, igual que el resto de la familia.
A continuación nos fuimos a comer para celebrarlo. Pasamos un rato muy agradable. Tu estabas nerviosa, no acertabas ni a destapar los regalos por lo rápido que intentabas hacerlo. Fue una tarde llena de ilusiones, de juegos, de compartir con tus primos y amigos una jornada muy especial, que  continuó hasta muy tarde.
Una vez más, no me canso de repetirlo, damos, desde lo más profundo de nuestro ser, las gracias a Dios por todo lo que nos está permitiendo vivir en los pequeños y grandes acontecimientos compartidos junto a todos vosotros. Paula, guapa, te queremos con locura. ¡¡Ah!!, se me olvidaba, tu abuela Lola y tu abuelo Paco iban superguapos, y también rebosantes de emoción.