Estamos muy cerca del gran día de los Reyes Magos. Desde siempre ha sido una de mis fiestas preferidas, mejor dicho, mi fiesta preferida, y os voy a desvelar un secreto, actualmente, con los setenta años que tengo, sigue siéndolo.
Cuando era muy pequeña, quizás con unos cuatro años, como la abuela vivía en la "casa de la carretera" los Reyes entraban a mi pueblo pasando por la puerta de mi casa. Salíamos todos a verlos pasar y en una ocasión, para mi sorpresa, se fijó en mí el Rey Baltasar, me extendió los brazos, me levantaron y de repente estaba subida en su caballo y hablando con él. ¿Os imaginais la gran ilusión que me hizo?. Sabía todo acerca de mí, le prometí que me iba a portar mejor y lo besé con verdadero entusiasmo. En otras ocasiones, mi madre me levantaba a media noche para que viese el polvo que a su paso levantaban los caballos que iban al trote (entonces la carretera no estaba asfaltada), porque han de ir rápido para poder llegar a todos los hogares.
En otra ocasión, siendo ya mayor, estábamos en el comedor alrededor de la mesa de camilla y mi madre en esos momentos solamente tenía dos nietos, uno aproximadamente de cuatro años y su hermana de un añico, que estaba también allí. De repente empezaron a dar golpes en el balcón, que daba al "patio de los autos" (se llamaba así porque a través de él se accedía a las cocheras), nos quedamos atónitos, mi madre que era una mujer supervaliente se levantó de su asiento y tranquílamente abrió el balcón y ¿sabéis quien había?, nada más y nada menos que el Rey Baltasar. Estaba subido a una escalera y los pajes estaban en el patio con bengalas de todos los colores, entonces llamó al nieto mayor y le fue entregando todos los regalos. Todavía tengo en mi mente esas imágenes irrepetibles, esos momentos de gozo y como vuestra bisabuela Juana, junto con todos los demás, disfrutábamos y nos emocionábamos de verdad.
No os creáis que solamente en esa ocasión he podido ver a los Reyes, sino que en varias ocasiones más se hicieron visibles, igual que ahora lo hacen. La casa de vuestra bisabuela, os lo he comentado muchas veces, estaba siempre repleta de nietos, como hacéis vosotros con los abuelos. Siempre esa noche era mágica, estábamos todos espectantes y de repente sonaba el timbre tres veces seguidas, se veían las bengalas a través de los cristales esmerilados de la cancela y aparecían todos los regalos. Vuestros padres y sus primos son testigos de lo que os relato. También recuerdo como todos los años, por la chimenea en la que pasaban los tubos de la estufa de leña, caían cada año montones de picardías que siempre echaban los Pajes.
Me gustaría poder transmitiros aquella ilusión que en ocasiones se van perdiendo porque no somos capaces de cultivarlas con el amor que merecen, y que no importa la edad que se pueda tener para seguir vibrando ante pequeños o grandes acontecimientos con la misma intensidad, aunque de diferente forma; todo reside en que estemos convencidos de lo que hacemos y de las ganas que le pongamos en su realización. En estos momentos de vuestras vidas seguramente no me entendéis, pero cuando seáis mayores y leáis estas lineas de vuestra abuela entenderéis su significado. A veces buscamos la felicidad donde no está y posiblemente está muy cerca, en las pequeñas cosas. Cada vez tengo mas claro lo que me hace sentir mejor: cuando os veo la cara de felicidad jugando todos los primos, sin pelearos, el que os guste estar en casa de los abuelos, el haceros cosas que os agradan, el estar a vuestro lado recibiendo todo el cariño que nos transmitís, eso sencillamente nos hace sentirnos felices.
En estas fechas cercanas a la Festividad de Los Reyes Magos de Oriente, en la que si Dios quiere, como en años anteriores nos harán la correspondiente visita para traernos los regalos que en cada una de nuestras cartas les hemos pedido, ya ha empezado el "gusanillo" interior que nos mueve a la celebración de la Epifanía, y que nos ha de mantener ansiosos con todo el nerviosismo que trae consigo.
El primer paso que siempre lleva consigo este acontecimiento tan importante ya está listo, pues hemos preparado los dulces y el licor café preceptivos para que se "conviden" tanto Reyes como Pajes mientras hacen un descanso (las dos cosas les gustan mucho y algo hay que hacerles para agradecerles sus atenciones).