También quiero que sepáis de otra clase de amigos que tengo la fortuna de contar. Os puede parecer extraño lo que vais a leer, pero son los que me ha presentado el Señor. Seguro que os preguntareis como se ha producido ese encuentro y os lo explico. Me estoy acordando en estos momentos, por ejemplo, de una empleada de un supermercado, que sin conocerme de nada, me dijo que si le podía hacer un favor. Al contestarle que si lo podía realizar contara con ello, me comentó que rezara por su madre, que estaba muy enferma y aún lo sigue estando. A partir de ese instante la tienen en sus oraciones los abuelos, pero también tiene esta nueva amiga a alguién que la escucha con atención, que muestra interes por ella, que comparte sus angustias y sus sufrimientos.
Más amigos de este tipo son mis compañeras de catequesis, las de convivencias, las de los viajes de peregrinaciones, aquellas con las que compartí muchos años la limpieza del Convento. Me viene a la memoria, especialmente, una gitana joven que durante un tiempo nos ayudaba en esa limpieza. Necesito que lo sepáis cariños mios, porque en muchísimas ocasiones le he dado gracias a Dios por haberla conocido. Cada día al terminar la limpieza nos tomábamos un café y estábamos un ratillo hablando. Vuestra abuela siempre aprendía algo de ella, y sobre todo le enseñó a valorar de todo lo que disfruto, cosa que por desgracia muchos no conocen y mi amiga la gitana es una de ellas. Ya no vive en este lugar, pero cuando vuelve y nos vemos, nos os podéis imaginar la alegría que sentimos. Quiero resaltar, y estoy segura de lo que digo, que en este grupo de amigos, que sin a penas conocer nuestra vidas, siempre estamos unidos en nuestras oraciones diarias y para vuestra abuela esto es muy importante.
Por ultimo, quiero deciros que también cuento con otra clase de amigas autenticas, que a lo largo de toda una vida me han demostrado con hechos que lo son. Creo que el pilar más importante para que se produzca esta relación es la fidelidad, entre otras muchas cosas.