Hace ya demasiado tiempo que no he realizado ninguna entrada, y para nada la causa es que no hayamos vivido momentos muy entrañables.
Voy a intentar hacer un breve recorrido por algunos de ellos. Por ejemplo, si me remonto a la semana santa, ¿qué ocurrió en especial?, muy sencillo, que nuestro Álvaro, el viernes de Dolores, llegó desde Murcia en bici con un grupo de su clase de peregrinación al Castillo. Como anécdota, os recuerdo que se le rompió un pedal a veinte kilómetros de la meta, y como un campeón y haciendo un gran esfuerzo logró llegar a la meta. Eso si, extenuado, pero no fue ningún impedimento para que a las once de la noche se pusiese su túnica de nazareno y junto con Pablo, Juan, el tio Eladio y el tio Juanfran, aguantase una larga procesión acompañando la imagen de la Virgen de los Dolores. Conclusión, se metió en la cama a las tres de la madrugada, agotados todos, pero felices. Como recordareis, ya pasó toda la semana con nosotros, y la verdad es que cada día disfrutasteis con distintas actividades muy bien programadas. El viernes santo se unieron a la procesión, Paula, Ana, Marta y Javier. Si tuviésemos que puntuar estos días, sin ninguna duda se merecen un sobresaliente porque fue una semana estupenda.
Después hemos tenido un montón de celebraciones, entre cumples y santos. Me da igual ser repetitiva, siempre sabéis que al final de la comida damos gracias a Dios, y me gustaría que a lo largo de vuestra vida no dejéis de hacerlo.
Ah, ¡se me olvidaba!: el seis de marzo tuvimos un cumple muy especial, nada más, ni nada menos que la mayoría de edad de nuestro Ignacio. Hace unos pocos días también se celebró su graduación, con unas notas extraordinarias, pero por encima de todo, estaremos de acuerdo al decir que, como dice la canción, "es un chico excelente".
Ya estamos a punto de abrir el campamento de verano, esperemos que todo transcurra con normalidad. A descansar y disfrutar de las vacaciones. Os queremos con locura y más.