No sé si habrá sido mi último año, tampoco me preocupa, porque tengo claro que al igual que a lo largo de la vida se van abriendo etapas, también hay que cerrarlas con naturalidad. En estos momentos necesito transmitiros los sentimientos de este año.
Han sido dos mañanas muy intensas, de caminar distancias muy largas, desde las 8,45 hrs y hasta las 2,30 hrs. Cuando ponemos ilusión en alcanzar alguna meta, el esfuerzo no importa. Esto nos puede valer para cualquier acontecimiento que deseemos conseguir.
El segundo día, tuve una sorpresa que me llenó de felicidad. Vuestro padre, Ignacio y Alvaro, apareció muy temprano para realizar también el recorrido. Soy consciente del esfuerzo que le supuso, pero también estoy segura de que lo disfrutó. Desde muy pequeños, vuestros padres me acompañaban y ayudaban en el festejo, por ejemplo, tocando la campana anunciando que la Cruz iba por la calle, o a llevando el palio. Son experiencias vividas que se quedan en el fondo de nuestro corazón y que gusta volver a experimentar.
Termino como en el inicio: gracias Señor por todo lo que me das.