En efecto, aquí me tenéis un año más intentando relatar lo vivido en este día de Reyes. Mientras que yo pueda lo voy a seguir haciendo; ya sabéis que es mi fiesta favorita.
Podréis pensar que la abuela está un poco loca, y quizás sea cierto, pero os lo aseguro, sigo creyendo en los Reyes Magos. Ayer pasamos un día mágico, con paz, alegría, ilusión, cariño, unidos y muchos calificativos más que podría agregar.
Cada año reconozco y agradezco desde lo más profundo de mi ser el gran esfuerzo de los pajes. Somos muchos y es complicado, pero una vez al año creo que el esfuerzo y el trabajo se compensa con creces ante los resultados obtenidos.
Hoy me ha comentado el P. Pascual, que sabéis fue un espectador casual, que le encantó ver las caras de los pequeños, pero también de los mayores. Nunca había vivido nada igual y daba gracias a Dios por ello.
En todos los actos de nuestra vida al que le pongamos el ingrediente principal nos saldrá siempre bien. Y, ¿sabéis cual es ese ingrediente?, uno que no podemos adquirir en ningún sitio, ni con dinero: el AMOR
Todos conocéis mi edad, sólo 78 años, pero os voy a decir un secreto, vuestra abuela es joven. La razón es muy simple, mi espíritu no envejece. Sigo con la ilusión y ganas de hacer cosas sencillas que nos pueden dar momentos de felicidad, de sentirnos queridos, de sentirnos familia pensando en los demás. Esa es la misión de estos grandes pajes, a los que llevo en mi corazón desde lo más profundo. Por todo ello y por mucho más les aplaudo y les doy las gracias. Han realizado un trabajo admirable, con un porcentaje de acierto del cien por cien.
Esta pequeña entrada la voy a terminar con otro secreto: los regalos de los Reyes los recibo con igual ilusión que cuando tenía la edad de nuestro Javier. Por lo tanto, hasta el próximo año mis queridos Reyes.