Seguramente como en otras ocasiones, os estaréis preguntando quienes son estas personas a las que nombro en el título y por qué vuestra abuela les dedica esta entrada. Os saco de dudas muy rápidamente.
Este verano, uno más, hemos tenido la suerte de poder disfrutar todos juntos unas semanas en la playa. Sabéis que casi a diario he ido a la tienda, alguna vez acompañada por alguno de vosotros. Es una tienda a la que los abuelos le tenemos un cariño muy especial. Son muchos los años que conocemos a los actuales dueños, desde el inicio de su actividad, incluso teníamos relación con los anteriores dueños. Siempre hemos mantenido una muy buena relación con ellos y la seguimos teniendo. Y ahora ya os comento quienes son SONIA Y ROCIO.
Mirad, son dos estupendas amigas que el Señor me ha querido regalar. Son las que con todo cariño me han guardado a diario los bocadillos y las baguettes que por las noches os comíais, mejor dicho, devorabais. Son también las que nos escogían las mejores sandías, melones, ...... o elegían para mi cualquier articulo del que eran responsables. Son las que con su mirada, a pesar de su agotamiento, me mostraban cariño. Dos personas jóvenes, trabajadoras, responsables, que a vuestra abuela de setenta y nueve años le han transmitido siempre afecto. Son dos nuevas amigas, porque mirad, la amistad se demuestra en pequeños detalles que pueden pasar desapercibidos, pero que te producen paz, alegría y cercanía. Son las personas que tienes la seguridad de que si necesitas su ayuda no te van a fallar.
No sé si tendré la oportunidad de volverlas a ver, pero de lo que si estoy segura es que entre las tres ha surgido una relación muy especial.
Lo más curioso es que no sé nada de sus vidas, ni ellas de la mía. Solamente que Sonia es aguileña y Rocío sevillana. Es suficiente para mi.
Siempre sabéis que me gusta terminar dando gracias a Dios. En esta entrada las doy por mis dos nuevas amigas.