viernes, 22 de enero de 2010


Me apetece recordar cuando me enteré que por primera vez que ibamos a ser abuelos. Es verdad que los sentimientos, para mi por lo menos, son muy dificiles de expresar, pero lo que si recuerdo perfectamente es sentír una sensación nueva y que me llenaba de ilusión. Fué para toda la familia una noticia gozosa. Lo que ignoraba también, es que el embarazo de mi nuera iba a sentirlo como algo especial a nivel de temores y preocupaciones, mucho más que con los mios propios. Quizas porque los años te hacen ver muchas cosas de diferente forma. Creo, eso si, que en ningún momento transmiti mis preocupaciones, pero que todos los días rezaba para que todo transcurriera con normalidad. Cuando nació, que emociones tan fuertes y cuantas gracias tenía que dar a Dios, porque efectivamente, todo había ido de maravilla.

Los primeros años de nuestro primer nieto, por circunstancias familiares, lo podíamos disfrutar poco, al no vivir en el mismo lugar, pero tengo que reconocer que soy una persona, que el Señor me ha dado la capacidad de gozar y disfrutar en la distancia. Sabiendo que todo iba bién, nos sentíamos felices. Me doy cuenta que unas veces me expreso en singular y otras en plural, lo hago porque se que el abuelo siente igual que yo.

Pienso que soy una abuela con muchísima suerte, porque desde que lo soy, siempre he podido, gracias a mis nueras, dar a todos mis nietos todo el cariño que me nace a borbotones, y recibir mucho más de todos ellos.

Acabo de afirmar algo que puede que no todo el mundo esté de acuerdo, pero es lo que pienso. Estoy totalmente segura que nuestros nietos nos quieren más, por sus madres. Tengo en el recuerdo miles de detalles, pero voy en principio a relatar uno. En el primer cumpleaños del colegio de mi nieto Ignacio, le hicimos para que llevase a clase unos rollos, que por cierto, su madre con diferentes cintas de colores preparó para todos sus compañeros con un número de rollos. Pues bién, con cuatro años, nada más volver del cole, su madre marcó nuestro teléfono, puso a su hijo, y voy a reproducir las palabras textuales que me dijo: abuela, tus rollos les han gustado a todos mucho, menos a David, pero me ha dicho la profesora que no me preocupe, porque es un niño que no sabe comer. ¿A quién se lo agradecí con todo mi corazón? pues es evidente que a su madre. Estoy segura que mi hijo ni se enteró de este detalle, que a mí me llegó a lo más profundo. Pues así podía seguir narrando montones de hechos que quizás en otro momento surgirán, de todos mis nietos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues ahora me presento yo: tu seguidora número UNO, tu sobrina más veterana,con edad casi también de ser abuela, pero todo llegará...Me emociona verte tan feliz con tus churumbeles,con ese saber vivir que os caractriza, con ese coraje (diría co**nes, pero no lo digo...)que siempre le habéis echado a la vida. Enhorabuena por esta nueva etapa literaria. No me pienso perder ni una letrica.¡¡BESOS!!.Q.