sábado, 27 de octubre de 2012

Ordenación del P. Amando

Hoy os quiero contar brevemente el gran acontecimiento que el fin de semana pasado tuvieron la suerte de poder vivir vuestros abuelos. El título por si solo ya es lo suficientemente claro para que los más mayores sepáis su significado. Pero antes os voy a relatar cuando conocimos al Padre Amando. Una vez más, ya os he hablado de ello en otras ocasiones, fue a través del Señor. Hace  unos cuantos años, justo en el mes de Julio durante la celebración de las fiestas del Carmen, por pura y santa casualidad le conocimos, justo cuando iba a iniciar su periodo de formación en el Carmelo. Desde el primer momento, apareció eso que se dice ahora de tener "feeling" entre dos personas. Recuerdo que le dije: "todos los días voy a rezar para que tu vocación la tengas clara y así pueda llegar a buen termino". Esa promesa la he mantenido y así lo seguimos haciendo los abuelos, porque vuestro abuelo también participa.
Han pasado los años, nos hemos visto muy poco, hemos coincidido en algún viaje y cuando ha venido a este convento en contadas ocasiones, y en nada más ha consistido nuestra relación. Pero algo para mi fundamental es la oración, su fabuloso poder, como te sientes unida a personas que apenas conoces y que sin embargo las sientes muy cercanas. En el  P. Amando este hecho se ha  dado perféctamente.

Todos vosotros le conocéis, habría podido ser un buen jugador de baloncesto, por su estatura, o bien un gran profesional como Ingeniero Industrial que es la titulación que tiene, pero él ha sabido escoger el mejor de todos los trabajos, obrero en la viña del Señor.

Me viene a la memoria, haciendo un pequeño paréntesis en la narración, algo que a todos nos ocurrió con otra persona muy especial: el P. Vidal. ¿Quién era?; vuestros padres os pueden dar la respuesta, todos tuvieron la suerte de conocerle. A ti Ignacio y Alvaro os bautizo. A los demás no le dio tiempo, se fue inesperadamente a gozar del Señor, pero eso si, tengo la plena certeza que está cuidando un poquito de todos nosotros. También era, como en el caso que os estoy narrando, una persona entrañable, que se metió de pleno en el corazón de todos nosotros.

Bueno, continuando con el relato inicial,  ayer fue el gran día para él, su ordenación de Presbítero, es decir, recibió el Sacramento del Orden Sacerdotal. Es una ceremonia de lo más emocionante que se puede vivir, y todos los ritos que en ella se llevan a cabo tienen un gran significado. Vino  el Obispo, que nos hizo reflexionar de la importancia de este Sacramento; Amando en algún momento se emocionó, se le llenaron los ojos de lágrimas, al Obispo también, y a mucha más gente, y los abuelos con la facilidad que tenemos para emocionarnos también echamos alguna lagrimica. Yo me acordaba de cuando mi hermano Pepe recibió este gran sacramento, por entonces tenía la edad que tiene ahora Juan.
Los sentimientos me parece que no son fáciles de describir, en mi caso  por lo menos así sucede, no obstante me arriesgo para haceros ver que en esta sociedad del momento y en la que a vosotros os va a tocar vivir, solamente son noticias acontecimientos deportivos, bélicos, de artistas,.... pero existen otros hechos, como el que os estoy relatando, que no aparecen en ninguna portada de información, pasan desapercibidos, por lo tanto no se conocen  y se dejan de sentir y vivir con gozo. Espero y deseo con toda mi alma, que para vosotros sea una buena  noticia cualquier evento de este tipo, y que lo podáis ver y disfrutar para alimento de vuestro espíritu, que  también es imprescindible.

Para terminar voy a transcribir textualmente la dedicatoria que nos ha escrito en el libreto de seguimiento de toda la ceremonian el P. Amando:
"Para Eladio, mi padre adoptivo de Caravaca. Gracias por tu bondad y tu cercanía. Eres luz para mi vida y participas de mi sacerdocio. A partir de ahora vienes siempre conmigo estés donde estés. Un fuerte abrazo P. Amando"
"Para Pilar, mi madre adoptiva y amiga del alma. Gracias por todo el amor que he recibido de ti y el compartir nuestra experiencia de Dios. Dios nos ha unido, amiga,  para siempre en el Carmelo. Sigue siendo siempre para los demás. Un fuerte abrazo P. Amando


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