No me quiero ir a dormir este 6 de Enero sin expresar un año más todo lo que hemos podido vivir juntos. Tengo que gritar desde lo más profundo de mi ser: GRACIAS, GRACIAS Y GRACIAS. Lo primero al Señor, porque nos permite vivir momentos únicos con todos vosotros. También a los Reyes Magos, que al igual que en los años anteriores, se han portado de maravilla, y sobre todo se nota que han puesto mucho amor al ir escogiendo los regalos. Soy consciente del gran trabajo, esfuerzo, cansancio y nervios que han tenido que pasar sus majestades para conseguir tan buenos resultados, pero también estamos seguros que al ver las caras de todos, plenas de ilusión y alegría, una vez más, habrán pensado: ha merecido la pena.
Os lo he repetido miles de veces, mientras yo viva lo voy a seguir haciendo; para mi siempre ha sido y es la fiesta por excelencia. Miraba al abuelo y su rostro con sus setenta y nueve años lo reflejaba todo. Si miraba a la tita Carmen algo parecido, la he visto gozar como una niña, igual que a cualquiera de vosotros. Pero, ¿y la cara de la abuela?; os lo digo yo: rebosante de felicidad, de emoción, de amor, de agradecimiento, de satisfacción, de, ... no hay palabras para poder expresar los sentimientos de vuestra abuela.
En estas Navidades hemos tenido una suerte enorme. Desde el primer día del año han estado con nosotros Ignacio y Álvaro. ¡Qué bien y que a gusto hemos estado¡. Os hemos visto disfrutar al máximo todo el tiempo. Todos os habéis portado estupendamente. La casa ha brillado de una forma muy especial. A los abuelos se les cae la "baba", pero no nos importa, al contrario, la limpiamos con mucho gusto. Os queremos con locura.
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