Sería una gran injusticia y de ser poco agradecida por mi parte si no tratara de aproximaros a las monjas Claras que también son de clausura, y aunque con reglas distintas a otras monjas tienen la misma finalidad: orar sin descanso.
Cuando era pequeña, como sois vosotros en estos momentos, mi madre intentaba que me acercara a conocer la vida de San Francisco de Asís y de Santa Clara. Son éstas otras dos grandes figuras que pasaron por este mundo haciendo el bien , dejando sus vidas acomodadas para vivir en la más absoluta pobreza.
Mi madre nació precisamente en el barrio donde está el convento de las monjas Claras, quizás por eso les tenía un gran cariño y admiración. Después de unos años de casada se trasladó a la otra parte del pueblo, muy cerca del convento de los Padres Carmelitas, pero al ser una persona tan fiel a sus afectos siempre quiso tener presente en su corazón a estas religiosas y a sus Santos.
Nunca los abuelos han perdido la relación con estas santas mujeres, su teléfono les suena con frecuencia porque les llamamos para pedirles oraciones. Su contestación siempre es la misma: "gracias, nuestra misión es esa".
Viven en la más absoluta pobreza, en un edificio grande sin calefacción ni comodidades. Estas Navidades me comentaron que el dueño de una tienda de electrodomésticos les había regalado un brasero eléctrico y alrededor de él se calentaban un poco cuando tenían descanso. Me lo relataban como algo extraordinario y agradecidas de poder disfrutar de ese bienestar.
El once de agosto del año mil novecientos noventa y tres se celebraba el VIII centenario del nacimiento de Santa Clara. Con ese motivo las monjas quisieron hacer una fiesta especial. Entre los diversos actos religiosos programados pensaron sacar en profesión su imagen . En un principio el recorrido sería solamente por las calles de alrededor del convento, pero la realidad fue distinta, ya que sin saber exactamente quién dio la orden y por qué, el itinerario se alargo por todo el casco antiguo del pueblo. Quizás os estaréis preguntando, ¿y qué importancia tiene este hecho?; realmente ninguno si no fuera por la anécdota que os cuento a continuación. Estábamos en la playa y desde hacia tiempo las monjas le habían pedido el favor a tu padre, Ignacio y Álvaro, y al tuyo, Paula, para que ese día viniesen a llevar en andas a Santa Clara. Inicialmente no había dificultad alguna, ellas habían preparado a un pequeño grupo de jóvenes para ayudar, pero lo que realmente ocurrió es que nada más salir la imagen del convento los jóvenes desaparecieron y solamente se quedaron vuestros padres, el tito Juan y otro amigo. Ni os podéis imaginar el gran esfuerzo que tuvieron que hacer. Era mucho el peso que tenían que llevar, el itinerario muy largo y las calles por las que pasaron tenían mucha pendiente, además sin nadie que los pudiesen relevar. Lo pasaron muy mal.
Fijaros si han pasado años y a ellas no se les olvida jamás este favor, siempre les salen palabras de agradecimiento y lo que es más importante, siempre rezan por todos nosotros.
Vuestra bisabuela Carmen (sabéis que es la madre del abuelo) tenia una tía suya que se llamaba Juana que era monja clarisa en este convento.
Como curiosidad os quiero comentar que existe una costumbre antigua de llevarles huevos de regalo para que se evite la lluvia en ciertos momentos importantes, como puede ser el día de una boda.
Me gustaría alguna vez poder llevaros a todos para que os conozcan, siempre me preguntan por vosotros y por vuestros padres. Para ellas seria un acontecimiento vuestra visita.
Mi madre nació precisamente en el barrio donde está el convento de las monjas Claras, quizás por eso les tenía un gran cariño y admiración. Después de unos años de casada se trasladó a la otra parte del pueblo, muy cerca del convento de los Padres Carmelitas, pero al ser una persona tan fiel a sus afectos siempre quiso tener presente en su corazón a estas religiosas y a sus Santos.
Nunca los abuelos han perdido la relación con estas santas mujeres, su teléfono les suena con frecuencia porque les llamamos para pedirles oraciones. Su contestación siempre es la misma: "gracias, nuestra misión es esa".
Viven en la más absoluta pobreza, en un edificio grande sin calefacción ni comodidades. Estas Navidades me comentaron que el dueño de una tienda de electrodomésticos les había regalado un brasero eléctrico y alrededor de él se calentaban un poco cuando tenían descanso. Me lo relataban como algo extraordinario y agradecidas de poder disfrutar de ese bienestar.
El once de agosto del año mil novecientos noventa y tres se celebraba el VIII centenario del nacimiento de Santa Clara. Con ese motivo las monjas quisieron hacer una fiesta especial. Entre los diversos actos religiosos programados pensaron sacar en profesión su imagen . En un principio el recorrido sería solamente por las calles de alrededor del convento, pero la realidad fue distinta, ya que sin saber exactamente quién dio la orden y por qué, el itinerario se alargo por todo el casco antiguo del pueblo. Quizás os estaréis preguntando, ¿y qué importancia tiene este hecho?; realmente ninguno si no fuera por la anécdota que os cuento a continuación. Estábamos en la playa y desde hacia tiempo las monjas le habían pedido el favor a tu padre, Ignacio y Álvaro, y al tuyo, Paula, para que ese día viniesen a llevar en andas a Santa Clara. Inicialmente no había dificultad alguna, ellas habían preparado a un pequeño grupo de jóvenes para ayudar, pero lo que realmente ocurrió es que nada más salir la imagen del convento los jóvenes desaparecieron y solamente se quedaron vuestros padres, el tito Juan y otro amigo. Ni os podéis imaginar el gran esfuerzo que tuvieron que hacer. Era mucho el peso que tenían que llevar, el itinerario muy largo y las calles por las que pasaron tenían mucha pendiente, además sin nadie que los pudiesen relevar. Lo pasaron muy mal.
Fijaros si han pasado años y a ellas no se les olvida jamás este favor, siempre les salen palabras de agradecimiento y lo que es más importante, siempre rezan por todos nosotros.
Vuestra bisabuela Carmen (sabéis que es la madre del abuelo) tenia una tía suya que se llamaba Juana que era monja clarisa en este convento.
Como curiosidad os quiero comentar que existe una costumbre antigua de llevarles huevos de regalo para que se evite la lluvia en ciertos momentos importantes, como puede ser el día de una boda.
Me gustaría alguna vez poder llevaros a todos para que os conozcan, siempre me preguntan por vosotros y por vuestros padres. Para ellas seria un acontecimiento vuestra visita.
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