El pasado 24 de Junio se cumplieron 50 años de la boda de vuestros abuelos. Ese mismo día también se casaron el tito Juan y la tita Carmen, y nuestra sobrina Quiqui hizo su primera comunión. Como os podéis imaginar fue un gran acontecimiento para la familia. Tres celebraciones concentradas en una solo ceremonia.
Los abuelos teníamos la ilusión de podernos reunir con todos vosotros en la fecha exacta del aniversario, pero al no ser festivo ese día fue imposible y lo pospusimos para cuando a todos nos viniese mejor. De todas formas, los abuelos si que tuvimos la suerte de poder compartir con los padres carmelitas la comida de esa jornada, nos cantaron, en una tarta pusieron las velas correspondientes y la verdad es que pasamos un rato muy entrañable y agradable, pleno de cariño. Yo no pude evitar el acordarme del tito Pepe, que como sabéis era carmelita, y me parecía sentirlo a mi lado. Nos regalaron un plato de cerámica realizado por las carmelitas de Valencia con el siguiente grabado: "Bodas de Oro. Los unió el amor. Pilar y Eladio".
El 12 de Julio fue la fecha elegida para celebrarlo con todos. El acto principal fue la Eucaristía a la una de la mañana en la capilla de Santa Teresa. Me gustaría poder grabar a fuego en vuestros corazones esa indescriptible Misa. El P. Pascual lo preparó todo con tanto cariño. A todos os hizo participar en algo, excepto Marta y Javier por su edad; las ofrendas, las peticiones, el colocaros a su lado en el momento mas importante como es la consagración, el explicaros con la mayor de la naturalidad ese gran misterio. Fue una misa tan bonita y tan cercana que a todos se nos hizo corta. Se respiraba paz, y eso que nuestro pequeñajo Javier puso la música de fondo, porque recordad que lo pasó en grande con sus gritos y paseos, y a todos nos hizo reír.
Cuando sucedió la renovación de nuestro matrimonio, no sé si os disteis cuenta, pero la verdad es que me emocioné bastante, me tembló un poquito la voz, y tanto el abuelo como yo volvimos a decir "si, hasta que la muerte nos separe, con toda nuestra alma".
Reporteros gráficos no faltaron, vuestros padres se encargaron de ello y con gran generosidad. Me alegro de que así fuera para que cuando pase el tiempo podáis recordar esos momentos tan hermosos y especiales. A la salida no faltó el arroz, y por supuesto el "viva los novios".
Los novios, es decir, el tito Juan y el abuelo estaban radiantes y superguapos. Las novias, a pesar de que la tita Carmen iba en silla de ruedas, guapísima, y la abuela como siempre, recién salida de la ducha, con la "salud de bote", rápida, pero estupenda y también muy guapa. Llena hasta los topes de felicidad e ilusión, y sobre todo de agradecimiento a Dios por el abuelo, por vuestros padres y por todos vosotros.
También tuvimos la suerte de que pudiese venir la prima Quiqui con su marido y sus dos hijos, y por supuesto también guapísima y emocionada. Ella es de lágrima floja como la abuela.
Con la colaboración de todos, lo siguiente fue la comida. Todo muy rico, pero ¿sabéis por qué?, porque a nada le faltó el principal de los ingredientes, el amor. Nunca olvidarlo, cuando en las pequeñas y grandes cosas ponemos amor, el resultado siempre es fantástico y exquisito.
¿Os hemos dicho alguna vez que os queremos con locura?; si, ya sé que muchísimas veces, pero una vez más os lo repetimos. Más amor no puede caber en nuestros viejos corazones, pero pletóricos de juventud a la hora de que brote cariño por cada uno de nuestros poros.
Los abuelos teníamos la ilusión de podernos reunir con todos vosotros en la fecha exacta del aniversario, pero al no ser festivo ese día fue imposible y lo pospusimos para cuando a todos nos viniese mejor. De todas formas, los abuelos si que tuvimos la suerte de poder compartir con los padres carmelitas la comida de esa jornada, nos cantaron, en una tarta pusieron las velas correspondientes y la verdad es que pasamos un rato muy entrañable y agradable, pleno de cariño. Yo no pude evitar el acordarme del tito Pepe, que como sabéis era carmelita, y me parecía sentirlo a mi lado. Nos regalaron un plato de cerámica realizado por las carmelitas de Valencia con el siguiente grabado: "Bodas de Oro. Los unió el amor. Pilar y Eladio".
El 12 de Julio fue la fecha elegida para celebrarlo con todos. El acto principal fue la Eucaristía a la una de la mañana en la capilla de Santa Teresa. Me gustaría poder grabar a fuego en vuestros corazones esa indescriptible Misa. El P. Pascual lo preparó todo con tanto cariño. A todos os hizo participar en algo, excepto Marta y Javier por su edad; las ofrendas, las peticiones, el colocaros a su lado en el momento mas importante como es la consagración, el explicaros con la mayor de la naturalidad ese gran misterio. Fue una misa tan bonita y tan cercana que a todos se nos hizo corta. Se respiraba paz, y eso que nuestro pequeñajo Javier puso la música de fondo, porque recordad que lo pasó en grande con sus gritos y paseos, y a todos nos hizo reír.
Cuando sucedió la renovación de nuestro matrimonio, no sé si os disteis cuenta, pero la verdad es que me emocioné bastante, me tembló un poquito la voz, y tanto el abuelo como yo volvimos a decir "si, hasta que la muerte nos separe, con toda nuestra alma".
Reporteros gráficos no faltaron, vuestros padres se encargaron de ello y con gran generosidad. Me alegro de que así fuera para que cuando pase el tiempo podáis recordar esos momentos tan hermosos y especiales. A la salida no faltó el arroz, y por supuesto el "viva los novios".
Los novios, es decir, el tito Juan y el abuelo estaban radiantes y superguapos. Las novias, a pesar de que la tita Carmen iba en silla de ruedas, guapísima, y la abuela como siempre, recién salida de la ducha, con la "salud de bote", rápida, pero estupenda y también muy guapa. Llena hasta los topes de felicidad e ilusión, y sobre todo de agradecimiento a Dios por el abuelo, por vuestros padres y por todos vosotros.
También tuvimos la suerte de que pudiese venir la prima Quiqui con su marido y sus dos hijos, y por supuesto también guapísima y emocionada. Ella es de lágrima floja como la abuela.
Con la colaboración de todos, lo siguiente fue la comida. Todo muy rico, pero ¿sabéis por qué?, porque a nada le faltó el principal de los ingredientes, el amor. Nunca olvidarlo, cuando en las pequeñas y grandes cosas ponemos amor, el resultado siempre es fantástico y exquisito.
¿Os hemos dicho alguna vez que os queremos con locura?; si, ya sé que muchísimas veces, pero una vez más os lo repetimos. Más amor no puede caber en nuestros viejos corazones, pero pletóricos de juventud a la hora de que brote cariño por cada uno de nuestros poros.
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