lunes, 26 de enero de 2015

La casa Nueva

En estos momentos me apetece compartir una serie de sentimientos que he revivido recientemente y que quiero conozcáis. Hace unos días he ido con el tito Juan al campo, concretamente teníamos que ir a una pedanía llamada "Los Royos". Cuando os hablé de vuestro tatarabuelo Felipe, ya os conté historias vividas en ese lugar. Todo el recorrido hasta llegar a nuestro destino ha estado plagado de recuerdos entrañables de nuestra niñez y la adolescencia. Poco a poco me he ido poniendo sensible al recordar la de veces que en esa etapa de mi vida había realizado ese viaje, y al contemplar casas totalmente en ruinas que yo tenía en mente en su máximo esplendor, mi emoción se ha desbordado, y cuando de camino hemos pasado por la casa de mis padres, "la casa nueva" se llamaba, y he entrado en ella, me he conmovido de verdad.
La casa nueva era el lugar donde pasábamos los veranos, desde junio hasta septiembre, durante todo el tiempo que duraba la recolección del trigo, cebada o centeno. Vuestro padre, Ignacio y Álvaro, de pequeño también ha pasado allí algunas temporadas en verano y lo recuerda perfectamente. Esa casa y los terrenos donde se situaba se vendieron hace ya algunos años. Por eso hacía mucho tiempo que no habíamos estado por este lugar. Hemos hecho una pequeña parada en la casa y no os podéis ni imaginar de que manera me han ido fluyendo los recuerdos de todos los días tan entrañables vividos en ese paraje. Me parecía ver a mi madre sentada en una mecedora, o yo en la era montada en el trillo cuando conseguía convencer a quien lo llevaba para que me diera alguna vuelta, o ver como se hacía la siega, o.... en fin, miles de recuerdos entrañables y hermosos. He visto el aljibe (especie de pozo donde se recogían las aguas pluviales), adonde íbamos a recoger el agua que necesitábamos para cocinar, lavarnos y beber, que en la actualidad está derruido; me parecía ver a la Muchacha con su cántaro yendo hacia allí, y tantos otros sentimientos imposible para mí de describir, aunque si de sentirlos desde lo más profundo de mi ser.
Alguna vez os he relatado que dando un paseo con mi madre por el monte cercano a la casa vi por primera y única vez un lagarto. Ya os podéis imaginar el gran susto que nos llevamos, pero  la verdad es que mi madre trató de tranquilizarme y lo consiguió muy bien, era una persona que transmitía serenidad, muy valiente y que también tenía mucha paz.
Seguiría recordando momentos vividos, pero solamente he pretendido daros unas pinceladas de una época de mi vida que fue muy entrañable. 

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