domingo, 22 de enero de 2012

Traje de primera comunión



El título de esta entrada puede parecer extraño, pero os lo aclaro, se trata de relataros de forma sencilla una pequeña historia de ese traje, que recuerdo que con tanta ilusión adquirimos hace muchos años. Cuando hizo la primera comunión vuestro padre, Ignacio y Älvaro, nos gustaba que fuese un traje sencillo, sin ningún tipo de adornos. Elegimos el de marinero raso. Con ese mismo traje hizo su primera comunión tu padre, Paula y también vuestro padre, Pablo, Juan y Ana. No os podéis ni imaginar lo guapísimos que iban por "dentro" y por fuera; bueno, si lo podéis saber, igual de resplandecientes que Ignacio y Álvaro. Ignacio: cuando hiciste la primera comunión tu padre me preguntó por su traje y entonces tuve que confesarle un secreto; hacia veinte años que lo había regalado a una familia que tenía la misma ilusión con sus hijos que nosotros con los nuestros, pero que no podían permitirse el comprar un traje para el gran acontecimiento de sus primeras comuniones. La abuela sin consultarlo con nadie se lo regaló, y os tengo que ser sincera, me costó mucho desprenderme de él. Al cabo de tantos años, leyendo unos pensamientos de la Madre Teresa de Calcuta, me viene a la memoria un párrafo que dice textuálmente: "¿Alguna vez habéis experimentado el gozo de amar dando hasta que duela?"; yo os puedo asegurar que en este simple y pequeño acontecimiento vivido he sentido y sigo sintiendo ese dolor, es el dolor de desprenderte de algo que para ti representa mucho más que un traje, y que te duele en lo más profundo de tu ser, pero que se convierte en un acto muy hermoso. Es curioso como no he sentido ningún tipo de dolor cuando de común acuerdo los abuelos se han desprendido de una serie de cosas, y por el contrario la sensación ha sido y es de alivio y tranquilidad en los dos.


Posíblemente este relato os puede parecer una tontería, pero he querido compartirlo con vosotros porque son sentimientos que están en lo profundo de corazón de vuestros abuelos, que una vez más tenemos la necesidad de deciros que os queremos con locura y que si alguna vez experimentáis esta sensación sabed que no por doler no merece la pena el vivir la experiencia.

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