domingo, 28 de abril de 2013

Para mi monaguillo Pablo


Me tendréis que reconocer que nuestro Pablo está pero que muy "requeteguapo" de monaguillo. Hace unos días le vi ayudando en la Eucaristía y me vinieron a la mente recuerdos de mi infancia. ¿A qué nunca os he contado que el abuelo Eladio y el tito Juan fueron monaguillos?. Tenían aproximadamente la edad de Pablo, y cuando mi hermano Pepe se ordenó de religioso carmelita los dos estaban realizando ese hermoso servicio. Te voy a descubrir un "secreto" de ambos, y de todos los monaguillos de aquella época. Después de la misa, cuando el sacerdote no les veía, se tomaban un pequeño trago del vino que quedaba en las vinagreras porque estaba "dulcecito". También tocaban las campanas y otras tareas que les ordenaban.
Otro monaguillo precioso fue tu padre, Pablo. Cuando el tito Pepe se nos fue al cielo, en la Parroquia de la Concepción estaba de Párroco un carmelita llamado Padre Manuel; éste lo invitó a que le ayudase en la iglesia. Sabía que al tito Pepe le habría gustado muchisimo tenerlo de ayudante. Estoy segura que desde el Cielo le pareció una estupenda idea. Igualmente tengo la certeza que por todos intercede cada día. El tito Pepe tenia una relación muy especial con tu padre.
Pero ahora quiero dirigirme a ti, Pablo. Como he comentado, hace unos domingos tuve la oportunidad de verte actuar de monaguillo. Estabas muy atento y muy formal. Asumo que soy una abuela poco objetiva, pero lógicamente tengo que transmitir mis sentimientos y al verte se me "cayó la baba". Es bueno que todo lo que realices lo hagas responsáblemente y con ilusión, de esa forma el esfuerzo es mucho menor.
Cuando vuestro abuelo era pequeño la Misa se leía en latín; todas las respuestas aprendió a contestarlas en esa misma lengua, además de un montón de oraciones, entre ellas el Padre Nuestro, la Salve, el Credo,.... Sabes que algunas te las ha enseñado, y que le produce mucha alegría que las aprendas tú. De esta manera, cuando oigas o asistas a alguna celebración de la Iglesia universal podrás entender lo que dicen y seguirla perféctamente.
Me cuentas que estas aprendiendo los distintos nombres de la ropa que se pone el sacerdote; seguro que muchos mayores nos equivocamos, menos el abuelo que lo aprendió como tú ahora.
Siendo tu tío Pepe muy pequeño, con menos de dos años, le gustaba entrar al dormitorio de mi madre, es decir de vuestra bisabuela Juana, para realizar un simulacro de Misa. Mi madre estaba ya muy "malica" y no se levantaba de la cama, pero cuando su nieto aparecía por la puerta se le iluminaba la cara. Lo pudo disfrutar muy poco porque muy pronto se nos fue al Cielo.
A vuestros abuelos también se nos ilumina el rostro cuando os vemos, se nos "cae la baba", y para nada nos importa el reconocerlo. Sois nuestra vida.




No hay comentarios: